El laberinto intencionadamente complejo
no provocó temor ni confusión;
no consiguió desorientarme.
El edén laberíntico
sin principio ni fin,
me proporcionaba placer.
Los árboles, plantas y mares embellecían mi paisaje
en él creaba mi propio paraíso
y no quería salir de él...
y no quería salir de él...
Los paraísos perdidos son los verdaderos porque, en retrospectiva,
el goce pasado parece más hermoso y realmente lo era,
porque el recuerdo sólo nos da el goce sin la angustia por su brevedad,
y así nos da una duración imposible de otra manera.
El tiempo pierde su poder cuando el recuerdo redime el pasado.
ay, que sitio
ResponderEliminarBuenos versos.
ResponderEliminarCada cual puede construir su paraíso y o encontrarlo en quien lo represente.
ResponderEliminarBesos dulces.
No me extraña que no se quieras salir de él...es paradisíaco ;)
ResponderEliminarUn beso