Declaras que no juegas para no perder,
y no peleas porque no hay nada que ganar.
Te aferras a tal creencia
que cuando levantes la cabeza,
exhibiendo con soberbia tu altanera postura,
no entenderás verte expuesto en un mercadillo
en el que nadie te observa, ni te compra, ni te aplaude
La vida se te hará eterna, paralizada, inamovible,
como de piedra o de hierro, casi increíble...
Y es que antes arrojaste al abismo el reconocimiento afectivo
y te ganaste la indiferencia emocional por el camino.
Deberás aprender a convivir con el gélido acogimiento
de los que alguna vez dudaron de tu declarada
y adelantada retirada...
pero mantendrás la absurda esperanza
adherida a tu intelectualizada supervivencia,
de que aún así
alguien apueste por ti
Nos equivocamos,
ambos nos equivocamos...
No desviaré mi mirada
al espejo triste
de este rastrillo
ni podrás ser jamás la sombra de esa sonrisa
en la que mis ojos se reflejen.
Prefiero los errores del entusiasmo a la indiferencia de la sabiduría
Anatole France